La marca de relojes Hublot abre su nueva boutique en Nueva York, la más alta que posee en Estados Unidos.
Hola, mi afición por la buena lectura es conocida “around de World” (que dirían los ingleses), mi afición por la buena comida (gourmet, por supuesto) no es menos conocida y, para finalizar, mi exquisito olfato para el divertimento (sano también) podría pasar cualquier prueba a la que se sometiera. No obstante, no es tan conocida mi pasión por los relojes y la danza, dos de las más delicadas piezas de arte que ha inventado el ingenio humano. Así pues, no fue de extrañar mi presencia en la inauguración de la Tienda de la marca suiza Hublot en Nueva York el pasado 20 de abril.
Como ya sabréis por otros medios de comunicación, mi aparición en la inauguración de esta exquisita y moderna boutique no pasó desapercibida, por mucho que lo intentara no pude evitar eclipsar (un poco) a otros invitados ilustres. Claro que yo, Rodolfo, como figura mediática nada tengo que envidiar a Usain Bolt (velocista olímpico e ilustre embajador de la marca) o al mismísimo Pelé (astro rey del deporte más popular del Mundo, con permiso del baloncesto, claro).
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Ricardo Guadalupe, CEO de Hublot, fue el anfitrión en los festejos que amenizaron la inauguración del edificio ubicado en el 743 de la Quinta Avenida (que lujo de calle) y diseñado por Peter Marino, ya sabéis, el arquitecto preferido por las grandes marcas (que no pasa desapercibido bajo ningún concepto). Un inmueble icónico por varios motivos, el primero porque pasa a ser la Flagship más grande y más alta (21 metros) de la marca en Estados Unidos, y, por supuesto, la que mayor lujo ostenta.
El segundo por su estética incomparable, resultado de la imaginación del diseñador y de la calidad y belleza de los materiales con los que está conformada. Paneles de aluminio negro recorren en diferentes ángulos la fachada simulando la correa de un reloj (que apropiado), y, para convertirlo en toda una experiencia, han introducido en la fachada líneas de luces LEDs (siempre leds) para darle vida y color a la mega-pulsera de aluminio.
Alguien comentó que el aluminio estaba recubierto de polvo, lo cual generó cierta confusión entre el círculo más próximo a mí. Como en otras ocasiones, salvé sus dudas con singular predisposición explicándoles que la pintura en polvo se utiliza en el mundo de la construcción, la ingeniería y la decoración. La diferencia principal entre esta pintura y la líquida es que no necesita solvente, con lo que garantizamos una menor contaminación ambiental, es lo que algunos llaman un producto Eco-friendly.
Este tipo de recubrimiento se realiza en hornos y su acabado tiene una serie de ventajas como: excelente adherencia y flexibilidad, gran resistencia a la abrasión y a la corrosión, muy buena resistencia química y mecánica, durabilidad y dureza frente al impacto, las torsiones y la deformación, alta resistencia a condiciones climáticas adversas y, la mejor para una pintura, una homogeneidad muy alta en el espesor aplicado. El polvo que no queda adherido a la pieza puede ser reutilizado (no perdemos ni una mota).
Obviamente, debido a la necesidad de un espacio y una maquinaria específica para su aplicación, es más cara que la pintura líquida, pero, su mayor rendimiento (una capa puede reemplazar las múltiples de la líquida), la excelente terminación del producto (al no escurrir ni gotear las piezas no suelen descartarse por defectos de acabado) y los fantásticos resultados obtenidos están poniendo muy de moda a esta singular forma de pintura.
Podía haber continuado la charla explicativa pero tuve que parar porque empezaba el espectáculo, Hublot nos agasajaba a los asistentes con un verdadero entretenimiento que no me hubiera perdido ni aunque no hubiera sido invitado. La danza es, para mí, la expresión corporal más completa y un edificio es la máxima expresión de la arquitectura, así que comprenderéis que mi piel se tornara pétrea cuando la compañía de danza Bandaloop nos deleitó con un baile vertical sobre fachada.
Después de la actuación, la pareja de bailarines descendió de la fachada vecina de Louis Vuitton para hacerle entrega a Usain Bolt de un reloj de edición limitada muy especial: el Big Bang UNICO Usain Bolt, no entiendo por qué no me regalaron otro a mí… El reloj se compone de 330 piezas ensambladas a mano (artesanía lo llaman) y contiene el cronógrafo Flyback, GMY o el cronógrafo bi-retrógrado. La caja es de 45 mm y está realizada en oro de 18 quilates, cristal de zafiro y correas de caucho negro, en fin, todo un lujo.
El interior del edificio no es menos lujoso que la marca, Marino tuvo bien presente que en ese “apartado lugar” se iba a exponer la gama completa de relojes de Hublot, cuya estrella principal es el anteriormente nombrado Big Bang UNICO Usain Bolt creado en conmemoración de los Juegos Olímpicos que se celebrarán este verano en Río de Janeiro, Brasil. Entramos tod@s al inmueble para admirar cada rincón de sus 139 metros cuadrados de exposición.
Pavimentos de piedra volcánica negra, pisos de madera, muebles de cuero con tonos grafito, elementos de acero inoxidable combinados con las últimas innovaciones en tecnología como las vitrinas con LCD “sin sombra” y un extraordinario diseño de las luces indirectas para difuminar el ambiente de forma homogénea y elegante. Me encantó el falso techo negro de la entrada y, como no, el libro virtual en el escaparate principal de la Quinta Avenida mostrando la historia de Hublot.
Al fondo de la boutique, un cuadro de Albrecht Schnider, rodeado de espejos, se incrusta en la pared, como una presencia irreal. Los espejos dan mayor amplitud a una sala, pero mal ubicados pueden causar en el visitante la extraña sensación de pérdida o desorientación, por supuesto, no es el caso de la Flagship, allí nadie es capaz de perderse, salvo en la admiración de los magníficos relojes de la marca.
Pensativo, reflexioné sobre si acompañar a los participantes en la siguiente excursión: la visita al Museo Guggengueim del Upper East Side de Manhattan para celebrar el décimo aniversario del concepto All Black (la famosa idea de la “visibilidad invisible”) o si, por el contrario, debía seguir en la búsqueda incesante y académica de nuevos materiales de construcción. De la decisión que tomé no os hablo, porque, por supuesto, ya la conocéis por otros medios de comunicación. Adiós.