Si eres alguien en el mundo del cine y te invitan a Cannes, éste es el mejor hotel donde hospedarte.
Hola, cuando decidí buscar una isla donde construir una fantástica edificación os aseguro que jamás pensé que iba a disfrutar tanto, al contrario, sopesé la idea de exonerarme de tan pesada losa. Por suerte para mí, Rodolfo, cuando elijo un camino no tengo marcha atrás: hasta las últimas consecuencias (siempre que sean positivas, claro). Es tanta mi alegría que, en la última visita a la isla de Capri, se me ha ocurrido otra genial idea.
Os la explico brevemente: en vez de ejecutar una residencia para mi uso personal, voy a construir un Hotel aplicando todo mi buen gusto… ¿No es fantástico? Cuando lo termine os espero por allí. Esta decisión también me ha servido como excusa para aceptar una invitación, la que me han hecho mis amistades de Francia para el mayor evento cinematográfico europeo, ya sabéis, el que llaman Festival de Cannes.
Como no podía ser de otra forma me hospedé en un lugar muy particular, un Hotel cinco estrellas que representa fielmente lo que debe ser “el hogar de las estrellas”, de hecho, así me lo pareció en mi estancia. Allí, durante todo el festival, pude codearme con estrellas del celuloide de la talla de Woody Allen y las actrices de su último film (Café Society) Kristen Stewart y Blake Lively, los polifacéticos Anna Kendrick y Justin Timberlake o, mi preferida, la siempre exquisita Julia Roberts.
Much@s habréis adivinado ya que se trata del Palacete Monumental Carlton, rebautizado como el Intercontinental Carlton Cannes, un edificio que representa fielmente la Belle Époque en la que fue construido, recordemos que este período es el que abarca los años 1.871 a 1.914, donde finaliza con la Primera Guerra Mundial. Este paréntesis en la vida Europea viene determinado por la “alegría” general, son años de descubrimientos, inventos y nuevos pensamientos, el poder de la tecnología y la creciente clase media.
El edificio fue construido entre 1.909 y 1.913, promovido por Henri Ruhl y diseñado por el arquitecto Charles Dalmas. Las autoridades francesas lo han catalogado como Monumento Histórico, y no es sólo por sus más de cien años de existencia, también por su importante devenir, en la que se combina el exotismo (se dice que las cúpulas fueron diseñadas en base a los pechos de la Bella Otero), el Glamour (ligado al festival de Cannes desde su primera edición en 1.946) y la importancia (la primera reunión de la Sociedad de Naciones, más tarde ONU, se realizó en él).
Lo primero que pensé cuando contemplé la fantástica fachada del Monumento (lo podemos llamar así sin complejos) fue que está descompensado: el acceso al edificio no está en el centro del mismo, se desplaza a la izquierda, desordenando la vista y rompiendo la tan buscada simetría, curiosa estrategia. Por lo demás no defrauda en absoluto, se ha gestado cuando el cemento portland estaba en el inicio de su apogeo.
El cemento es el material más versátil y útil de la construcción, ayuda a soportar cargas cuando se combina para formar el hormigón, nos sirve de pavimento y se puede moldear para formar grandes elementos decorativos. El Hotel nos lo muestra orgulloso simulando piedras en la fachada, formando elementos decorativos y como balaustradas de sus 39 suites con terrazas (en total posee 343 habitaciones).
Entre flashes y estrellas disfruté mucho de mi estancia, numerosos periodistas abarrotaron el hotel durante esos días, en busca y captura de personalidades como Steven Spielberg, Kendall Jenner o Paris Hilton (que está en todo). A mí también me acorralaron a preguntas, ya lo habréis visto en las revistas especializadas, en fin, nada que no esté dentro de lo habitual. Sin embargo, me vais a perdonar un exabrupto: le di la espalda a muchos famosos mientras contemplaba los detalles del Hotel.
El mármol está en todas partes como elemento indispensable para pisar sobre seguro (y de forma elegante), ejemplo claro es la monumental escalera, que no perdía ocasión para estudiar con detenimiento, también lo hay en los baños, con diferentes tonos rojos, cremas y blancos. La madera es otro material noble que envuelve los cuartos, en forma de pavimento cruzado de roble o dando vida a muebles de época (bella época, por supuesto).
10 son las salas que están a disposición de los usuarios del Hotel para conferencias, reuniones, recepciones, cócteles, cenas de gala o cualquiera otra necesidad social de alto standing, destaca el Gran Salón, con sus hermosas columnas revestidas de estuco veneciano, sus decorados techos formando cúpulas doradas y, como no, sus impresionantes lámparas colgantes.
La construcción tiene planta en forma de “U”, con la fachada principal dando al Mediterráneo y las alas al interior, en las esquinas dos cúpulas adornan el espacio, apuntando al cielo de forma perturbadora, están recubiertas de pizarra, una roca metamórfica: las lascas sostenidas por medios mecánicos cubren el domo. La pizarra es un excelente material para utilizarlo en las cubiertas debido a su impermeabilidad y a su facilidad para ser exfoliada en láminas, además del acabado estético, claro.
Como todo hotel de cinco estrellas pone a tu disposición agencia de viajes, alquiler de coches, lavandería, cambio de divisas, alquiler de limusinas, Fitness, sala de masajes y tratamientos de belleza. Para alimentar el cuerpo y el espíritu te ofrecen el Carlton Bar, el Cartlon Restaurant y el Carlton Beach Restaurant, en la playa, porque si se me había olvidado decíroslo, lo hago ahora: el Hotel tiene acceso directo a un pedazo del Mediterráneo.
La planta séptima ofrece lo mejor del edificio, nueve suites con nombres que recordarás con afecto: Sharon Stone, Cary Grant, Uma Thurman, Sophia Loren, Alain Delon, Sean Connery, Sean Penn, Sophie Marceau y la mejor de todas, la suite Grace Kelly con 278 metros cuadrados, 2 dormitorios, 2 baños, Salón-Comedor y terrazas con vistas al mar… Un buen lugar para hospedarte, sin duda.
Se acaba el Festival de Cannes, pero yo me llevo un nutrido grupo de recuerdos inolvidables, una idea colosal (construir un Hotel), y la sensación de que el espíritu de la Belle Époque ronda de nuevo en nuestras vidas, con todo el positivismo y la ambición (sana) que ello conlleva, pero, sobre todo, me llevo conmigo las ganas de volver el próximo año a este maravilloso rincón. Adiós.
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